Para el que no esté familiarizado con los procesos de diseño, el llamado Human Centered Design (HCD) es una práctica que sirve para desarrollar soluciones poniendo a las personas en el centro. ¿El resultado? Productos adaptados a sus necesidades; soluciones útiles, intuitivas y accesibles. Centrar la atención en los usuarios y priorizar el factor humano funciona: tanto es así que esta ha sido la práctica dominante durante dos décadas. Pero en un mundo tan cambiante en el que la sostenibilidad gana peso día a día, esta óptica empieza a parecer insuficiente.
El conflicto llega cuando esas soluciones que a priori parecen perfectas para las personas no lo son para el planeta. Que sea deseable para las primeras no significa que nos ayude a mejorar como sociedad y aquí es dónde nace un nuevo approach. Un enfoque más inclusivo, sostenible y consciente.
Qué es y qué aporta el planet-centric design
Esta metodología, que diseña productos y servicios que no dañan el planeta, es una evolución o un paso lógico. Primero fue el negocio, luego las personas, ahora el planeta. La tendencia es la de involucrar a los actores que intervienen en el proceso y hacerlo desde una perspectiva cada vez más abierta y empática. Si involucramos a la sociedad y a la propia naturaleza en los sistemas de diseño, las personas quedarán también incluidas en la ecuación.
Hoy —y ya desde hace años, lo hayamos querido ver o no—, los desafíos ambientales marcan la pauta y exigen que todos asumamos nuestra parte de responsabilidad. Pero esta concienciación no es fácil: al fin y al cabo estamos programados para creer que “el cliente siempre tiene la razón” y que, por tanto, todo debe orbitar en torno a nuestras demandas individuales. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad, hacer preguntas y conceptualizar soluciones que se centren en la sostenibilidad social y ambiental.
Vale, todo esto suena muy bien pero, ¿se está poniendo realmente en práctica o son divagaciones que se quedan en el plano teórico? Ya podemos encontrar ejemplos que aplican, con éxito, la metodología planet-centric para plantear productos y servicios enfocados y minimalistas. ¿Vemos alguno?
¿Qué tal suena un teléfono sin datos? ¿O incluso sin batería?
Sí, los datos de tu teléfono móvil también contaminan: la famosa nube donde se almacena cualquier actividad genera dióxido de carbono y está impulsada por energía eléctrica. Para dar la vuelta a esto han aparecido proveedores de energía 100% renovable que, aunque no logran reducir sus emisiones a cero —todavía generan emisiones menores asociadas a la amortización de sus generadores— , sí minimizan el impacto de su actividad, que no es poco.
Por otro lado están las baterías: probablemente el componente más contaminante de teléfonos y smartphones. Suena a ciencia ficción que un teléfono móvil funcione sin ellas pero lo cierto es que esta idea no está muy lejos de convertirse en realidad. Ya hay varias compañías trabajando en su creación, convencidas de que una nueva generación de teléfonos minimalistas darán el mismo servicio a sus usuarios y no supondrán tanto impacto medioambiental.
Que sea deseable para las personas no significa que nos ayude a mejorar como sociedad y aquí es dónde nace un nuevo approach más inclusivo, sostenible y consciente.
¿Electrodomésticos sin electricidad?
Los nuevos desafíos ambientales son cosa de todos: eso implica que pensemos en grande pero también en pequeño y en entornos de proximidad. Y nada hay más cercano que nuestro propio hogar. Aquí ya no hablamos de hacer casas con mejor aislante térmico o alimentarnos de energías renovables, sino de ir un paso más allá y suprimir la alimentación eléctrica de los electrodomésticos.
En esta línea de investigación nos encontramos en Kickstarter algunos productos que nacen bajo esta nueva óptica sostenible. Artilugios tan interesantes como una minicafetera neumática con presión suficiente para servir espressos. O una lavadora manual.
Materiales circulares, estrategias circulares
La reciclabilidad de los productos y los materiales de los que están hechos son fundamentales en ese objetivo de reducción de emisiones. Aunque, más que dirigirse al reciclaje como tal, los esfuerzos deberían ir destinados a alargar la vida útil del producto.
Cuando juntamos estos dos aspectos, reciclaje y producción sostenible buscando potenciar la calidad y la durabilidad de los productos, surgen iniciativas como Minimalism Brand. Esta marca de ropa minimalista —tan minimalista que ni siquiera se autodefine como marca— no solo tiene como misión reducir a cero el residuo textil, sino también favorecer el consumo responsable a través de campañas de concienciación a sus clientes. Puede parecer que esta decisión atenta contra sus propios intereses pero en una sociedad cada vez más sensibilizada conviene pensar en el largo plazo y a la larga seguramente se traduzca en mayores ingresos.
Con los principios por bandera
Como esto va de que todos nos miremos al ombligo a la hora de diseñar y consumir, en Eleven Lab hemos definido unos principios que nos sirven de guía para abrazar este nuevo escenario más sostenible. Siete principios que puedes consultar en nuestro perfil de Instagram y que abren la puerta a una forma completamente nueva de conceptualizar productos y servicios.
Cabe preguntarse si con este cambio de paradigma que desvía el foco del usuario hacia el planeta el consumidor se queda fuera de la ecuación. Nada más lejos de la realidad: en el equilibrio está el acierto. Hasta ahora la sociedad no había estado diseñada para ser sostenible, para tomar en consideración al planeta, con lo que ahora conviene inclinar la balanza hacia su lado, con el objetivo de que pronto todo se nivele y concibamos productos y servicios alineados con ambos: planeta y consumidores.
En definitiva, debemos ver el planet-centric design como una oportunidad para acelerar la transición hacia la sostenibilidad y para integrar sistemas sociales, tecnológicos y naturales. Un modelo que dé pie a una nueva forma de entender la innovación impulsada por la sostenibilidad y alineada, de verdad, con el mundo en el que vivimos.
Si no es bueno para la sociedad, no es bueno para nosotros.