Soy una de esas. De las que se sumergió a trabajar en grandes y pequeñas compañías hace unos 20 años y, en el camino, se encontró una y otra vez con lo mismo. No importaba el tamaño: las estructuras y los planteamientos en los diferentes entornos laborales no variaban.
*Nota: cambiar el planteamiento estructural de una compañía no significa acuñar nuevos roles como Chief People Officer, just in case.
Y he tenido que —o querido, más bien— desaprender para adaptarme a nuevos conceptos, usos y costumbres contra los que había puesto un gran escudo. Un escudo vikingo. El escudo no era otra cosa que reticencia —y pereza— al cambio.
Pero, ¿qué supone formar parte de un modelo startup?
Cuando se habla de un modelo flexible se nos vienen a la cabeza mil términos: teletrabajo, trabajo en remoto, horario inexisitente, echar más horas que un reloj, transversalidad, etc.
Todo eso seguramente sea bastante cierto en la mayor parte de los casos pero no es la base. En este camino he descubierto que hay cuatro puntos esenciales que definen lo que realmente supone trabajar en este modelo. Ahí van.
Trabajar en equipo no es sentarse con gente. Es sentarse con gente, y escuchar planteamientos para definir soluciones que pretenden llegar a objetivos comunes.
Cierro, de manera muy sucinta, lo que a mi entender son los pros y contras del modelo, si estás dudando en si esto es lo tuyo como trabajador:
Pros de trabajar en un modelo startup
Contras de trabajar en un modelo startup
Y, como siempre en la vida, habrá excepciones.
Tú decides.
Go for it!