¿Cómo se gesta un proyecto empresarial? ¿Cómo encuentra su posicionamiento? ¿Cómo traduce su filosofía, valores y convicciones a una marca, a un proyecto? Utilizando el propio caso de Eleven Lab planteamos los pasos a dar para trazar esa ruta estratégica que antecede a la materialización de un proyecto.
Cuando te planteas arrancar un proyecto, no sabes ni por dónde empezar. Aunque hayas hecho dos carreras, un máster, 75 cursos y asistido a 250.000 charlas, seminarios y workshops, se antoja complicado el cómo.
Os puedo decir que no hay nada más útil que, en un primer momento, coger una hoja (old school), aplicar la lógica y responder unas primeras preguntas básicas, cuyo contenido, aunque todavía desordenado e inconexo, ayudará a arrancar: ¿qué quiero que sea esta empresa? ¿Qué aportará? ¿Cómo aportará? ¿Qué transmitirá y cómo?
A partir de ahí, con ese boceto, será momento de comenzar a construir. Y mejor hacerlo con metodología.
Pero antes de contaros cómo fue el proceso para la puesta en marcha de Eleven Lab, creo que será útil poner sobre la mesa cuatro mantras que hay que tener siempre presentes y de los que nosotros mismos seguimos aprendiendo mucho:
El roadmap estratégico (o cómo dotar de sentido al proyecto de manera colaborativa)
Lo primero que debes hacer cuando te enfrentas a un proyecto es un análisis de lo que ya existe en el mercado. Y eso hicimos nosotros. Nuestro benchmark no podía quedarse en incubadoras y aceleradoras porque el resultado hubiese resultado bastante sesgado, con lo que hicimos además un barrido sobre las ayudas y subvenciones directas de las instituciones locales, nacionales y europeas y sobre el papel de las corporaciones y fundaciones aparentemente más comprometidas con el sistema.
Extrajimos una matriz de principales competidores y los situamos en el mapa.
¿Qué buscan los emprendedores a la hora de arrancar y qué falta? ¿Cuál era ese gap en los modelos de ayuda a emprendedores? Hazte preguntas como estas, adaptadas a tu sector y poniéndote en la piel de tu público objetivo. Si no puedes responder a la última, tu proyecto, por lo pronto, no tendrá un sentido único y te costará horrores construir tu one-liner.
Con esa premisa, comenzamos a detectar que había muchas cosas que echábamos en falta y que nos guiaban de manera orgánica: ¿por qué incubadoras independientes de una corporación no se centraban en disciplinas, sectores y objetivos concretos? ¿Por qué no había incubadoras que hablasen, eminentemente, desde el diseño estratégico? ¿Por qué costaba tanto encontrar inspiración sobre los retos reales, la sostenibilidad o sobre la responsabilidad ciudadana en el desarrollo social?
Con estos primeros conceptos ya más claros, arrancamos el trabajo de diseño estratégico no sin antes plantear un ejercicio de Business Model Canvas que nos aportó una primera foto global del negocio. Ten en cuenta que este ejercicio no te ayudará a definir la profundidad de tu idea, sino a tenerla presente en el tiempo y a mutarla.
“Si trabajas con una sola herramienta para dar con la propuesta de valor corres el riesgo de quedarte muy arriba. ¿Lo recomendable? Compatibilizar varias, alternar entre una y otra y tenerlas siempre presentes”.
A partir de ese momento pusimos en marcha ciertas sesiones de trabajo para definir el Value Proposition del laboratorio, lo que sin duda sería una de las partes más importantes del proyecto junto con la definición del modelo metodológico de los programas de validación e incubación.
Las *herramientas (algunas propias, de generación espontánea) que trabajamos a demanda del proceso, fueron:
(*Se utilizan diversas herramientas para dar con la propuesta de valor, porque si trabajas solo con una corres el riesgo de quedarte muy arriba, con lo que no hay inconveniente en que se solapen. Lo ideal, de hecho, es compatibilizar varias, alternar entre una y otra y tenerlas siempre presentes. En tu pared. Al final te quedarás con una como la aglutinadora de todos los insights obtenidos.)
Una vez celebradas estas sesiones, ya puedes empezar a definir el tono de tu comunicación, tu estilo así como las tipologías y categorías de contenidos que van a protagonizar tus comunicaciones y a alimentar canales. El cómo eres y cómo quieres relacionarte con tu audiencia.
Pero eso da para otro artículo.